Protocolo

1. Título

La Expedición del Pacífico y la Guerra hispano-sudamericana en los imaginarios geopolíticos de la España liberal (1860-1866).

2. Contexto

El 10 de agosto de 1862 una tropa de corresponsales, autoridades y vecinos curiosos se agolparon junto a los muelles portuarios de Cádiz. Las fragatas Resolución y Victoria se disponían a iniciar un periplo de 4 años que las conduciría al Pacífico. La prensa informó en los días siguientes de que el evento había generado una particular expectación, tanto por los resultados que prometía, como por las reminiscencias que suscitaba (e.g. Fernández Cuesta 1862: 1-2; La Iberia 1862:1). La Expedición del Pacífico respondía a un nutrido conjunto de objetivos geoestratégicos, diplomáticos, comerciales y militares complementados por el programa exploratorio de la Comisión científica que viajó en su seno. Planificada cuidadosamente desde dos años antes por los Ministerios de Estado y de Marina, liderados respectivamente por los liberales Saturnino Calderón Collantes y Juan de Zavala y de la Puente, la Expedición formó parte del más amplio proyecto de regeneración que había llevado al “gobierno largo” de la Unión Liberal a una política exterior basada en la reexpansión imperial en el Atlántico y el Mediterráneo (Inarejos Muñoz 2010a: 137-170). Así, la escuadra pretendía materializar en las costas Pacíficas de América y Asia las aspiraciones y anhelos de la mente oficial (Robinson et al. 1961; Potter 2015: 21-26) del gobierno de Leopoldo O´Donnell a otras iniciativas íntimamente relacionadas entre sí, como la guerra con el sultanato de Marruecos, la reanexión de Santo Domingo, la invasión del reino de Annam (en colaboración con el Imperio francés) y la intervención inacabada en México (en colaboración con los imperios francés y británico).

Como ha sugerido Inarejos Muñoz (2010b;2011), esta cohorte de empresas neocoloniales tuvo lugar en un contexto propicio, en el cual la guerra civil de los Estados Unidos proporcionó margen a las monarquías europeas para ampliar su poder en las Américas (Charlip 2015: 526-555), mientras el Estado español vivía un período de prosperidad económica y de notable recuperación naval y militar (Pro 2019: 212-217; Sierra 2017: 317-324). Según rezaban las instrucciones entregadas a la escuadra por los ministros liberales, sus actividades debían trascender con mucho el mero traslado de la Comisión científica presidida por Francisco María Paz y Membiela. Primero, se indicaba a los líderes de la expedición que debían impulsar el proceso de normalización diplomática con las repúblicas suramericanas escindidas del viejo cuerpo imperial, fomentando con sus interpelaciones oficiales y sus actuaciones públicas un sentimiento franco de reconciliación panhispánica. En segundo término, el viaje había de servir para exhibir ante las sociedades americanas el renovado poder naval español, y para entrenar a los oficiales y marinos de la tripulación en las modernas técnicas de navegación (Novo y Colson 1882: 84-89). Los planificadores ministeriales confiaron en que esta aparentemente virtuosa mezcla de persuasión diplomática y de exhibición de poder coercitivo permitiría a la Monarquía penetrar en los promisorios mercados guaneros del Pacífico, lograr ventajas competitivas para el comercio peninsular en la zona, garantizar la seguridad de los súbditos españoles que habitaban en las repúblicas y obtener, en último término, una renovada influencia geopolítica sobre Chile, Perú, Ecuador, las Provincias Unidas del Río de la Plata, Uruguay, Paraguay e incluso Brasil. La combinación propuesta entre la diplomacia político-cultural, la gunboat diplomacy (Graham-Yooll, 2002) y el imperialismo científico y económico se arraigaba en los imaginarios transatlánticos fraguados por las culturas políticas del liberalismo durante las tres décadas que habían seguido al colapso del viejo imperio ultramarino (1824-1860).

Los horizontes imaginativos en torno a los cuales fue diseñada la expedición eran resultado de un proceso complejo de resignificación del pasado imperial. Este se había producido como consecuencia de la necesidad que los distintos grupos político-intelectuales (carlistas, realistas y neocatólicos antiliberales; liberales progresistas y moderados; unionistas, republicanos y socialistas) de la España liberal habían tenido de interpretar las experiencias de conquista, ocupación, independencia y desarrollo republicano de las Américas de cara a orientar sus proyectos de regeneración imperial en un contexto de decadencia, inestabilidad e incertidumbre respecto al estatus global de la Monarquía (Escribano Roca, 2019a). Esta relación ideológica entre la lectura historicista del pasado imperial y la planificación del futuro quedó vivamente expresada en la elección de Juan Hernández Pinzón, descendiente directo de los Pinzones que habían participado en el primer viaje colombino, como comandante de la escuadra. Los preparativos de la expedición, sus sucesivos desarrollos y su derivación final en un enfrentamiento armado con las repúblicas de Chile, Perú, Bolivia y Ecuador, tuvieron gran relevancia en la esfera pública española, provocando un debate sin precedentes sobre el papel de las Américas en el pasado y en el futuro de la nación imperial española.

A partir de este contexto, el presente proyecto se propone estudiar en profundidad el impacto que tuvieron la Expedición del Pacífico y la posterior guerra hispano-sudamericana en las visiones de lo global cultivadas por las culturas políticas de España entre 1862 y 1866. A tal efecto, se analizarán las ideas y representaciones que motivaron la planificación de la empresa por parte de la mente oficial de la Unión Liberal entre 1860 y 1862. Asímismo, serán abordadas las respuestas que las élites intelectuales del resto de tendencias políticas-ideológicas dieron al evento, evaluando las disputas y consensos que emergieron en torno a la dimensión transatlántica de la identidad nacional y el rol de las Américas en el futuro geopolítico del Estado español. Ello implicará, necesariamente, un estudio amplio y profundo de los distintos lenguajes, artefactos culturales y espacios de sociabilidad que estuvieron implicados en la circulación de los imaginarios en torno a la expedición: discursos ministeriales y parlamentarios; discursos periodísticos, ensayísticos, historiográficos, ficcionales y conmemorativos; representaciones iconográficas y musicales. El abordaje del debate español se complementará con un análisis transnacional de las respuestas que obtuvo la iniciativa española en la opinión pública de las repúblicas sudamericanas (Chile, Perú y Ecuador especialmente) y las monarquías transatlánticas de Europa (imperios británico y francés).

3. Justificación

La investigación pretende llenar tres vacíos significativos que aún no ha abordado en profundidad la literatura precedente. En primer lugar, se pretende realizar un estudio monográfico y sistemático de la Expedición del Pacífico entendida como proyecto diplomático, político y cultural, yendo más allá de su mera interpretación como la transportadora de una Comisión Científica o de su representación como una “aventura colonial”. En segundo lugar, se plantea un acercamiento original al proceso desde la historia intelectual de los imaginarios sociales y las culturas políticas que permitirá analizar el fenómeno más allá de sus móviles e implicaciones materiales, así como calibrar el modo en que impactó en las percepciones, estrategias y planificaciones de la pluralidad de grupos que se disputaban la significación del futuro global del imperio español. Esto supone contribuir a los todavía incipientes campos que abordan la dimensión transatlántica, transpacífica e imperial del nacionalismo español y su pluralidad estructural. También supone subrayar la importancia de las Américas en la vertebración de las culturas políticas de la Europa decimonónica. En tercer lugar, el proyecto pretende contribuir a los análisis transnacionales del evento a través de la inclusión de las representaciones de la Expedición y de la Guerra realizadas por la prensa y las élites intelectuales de las potencias europeas implicadas en el conflicto. Cada uno de estos puntos merece una explicación más extensa, que sigue a continuación.

4. Historiografía

Sin embargo, antes de proceder a la exposición detallada del estado del arte, conviene aclarar que el objeto que aquí se propone ha recibido una atención sorprendentemente escasa en la historiografía del último siglo. Esta omisión contrasta con la dimensión incuestionablemente relevante que le asignaron los contemporáneos a la expedición y a la guerra, como muestran la abundancia de materiales periodísticos y publicaciones que se dispone a abordar la investigación. La falta de interés actual también contrasta con el tratamiento casi inmediato que le dieron las historiografías nacionales de los países contendientes de la guerra hispano-sudamericana. Autores que vivieron el conflicto, e incluso participaron del mismo, como el teniente Pedro de Novo y Colson (1882), en España, o Juan Williams Rebolledo (1901) y Benjamín Vicuña Mackenna (1883), en Chile, se ocuparon de publicar grandes relatos histórico-mnemónicos sobre el evento. Todos ellos compusieron narrativas eruditas, expiatorias y legitimadoras, que defendían las posturas relativas de cada uno de sus Estados en el conflicto y construían un semblante heroico de los marinos y estadistas que habían participado de este. Entre las décadas de los 20 y los 60 del siglo XX continuaron apareciendo obras de signo nacionalista y descriptivo. En América, autores como Carlos Grez Pérez (1928), Joaquín Edwards (1934), William Columbus Davis (1950), Juan Enrique Sinn (1960), Alberto Wagner (1963), Luis Humberto Delgado (1965) y Gustavo Pons (1966) situaron la expedición y la guerra en la centralidad de la política internacional de las Américas del período. Sus obras, que seguían los paradigmas de una historiografía diplomática realista y positivista y, en algunos casos, mantenían un claro tono heroico, estuvieron muy centradas en la dimensión americana del evento, y subrayaron tres argumentos esenciales: primero, que el conflicto había demostrado la imposibilidad de que España recuperase su condición de potencia en la región; segundo, que el mismo había servido para impulsar momentáneamente la cooperación de Chile y Perú en política exterior, llegando a alimentar el viejo sueño bolivariano de la unidad panamericana (sin tener, eso sí, ningún resultado palpable); tercero, que la pugna había sido instrumentalizada por las élites políticas de las repúblicas para cohesionar a la opinión pública o atacar a los rivales políticos internos. En España surgieron simultáneamente algunos intérpretes adeptos al hispanoamericanismo, como Fernando Ortiz (1910), Jerónimo Bécker (1924), Santiago Magariños y Rafael Altamira (1926), que representaron el episodio como la pérdida de una oportunidad única para la cimentación de un genuino panhispanismo liberal, modernizado y compartido a ambos lados del océano, lamentando los errores estratégicos y denunciando los torpes flirteos de la Unión Liberal con la apropiación del guano chileno-peruano.

En España, también comenzó a aflorar pronto una tradición interpretativa vinculada a la historia de la ciencia que centró su atención en la Comisión Científica del Pacífico. Ya en 1926, el antropólogo y botánico Agustín Ramón Barreiro publicaba una Historia de la Comisión Científica del Pacífico (1926), en la cual recopilaba los datos obtenidos por los científicos de la expedición, que habían permanecido en un estado de relativo abandono en el Museo de Historia Natural de Madrid. El libro reivindicaba la obra de la Comisión como uno de los grandes hitos en el desarrollo de la ciencia española, destacando su condición como pionera de las modernas exploraciones botánicas, zoológicas, antropológicas y anticuarias en España, y subrayando a un tiempo las innovaciones tecnológicas y analíticas que había aplicado, como el uso de la fotografía. La historia de Barreiro no tuvo eco hasta finales de los años 60, fecha a partir de la cual un nutrido grupo de historiadores de la ciencia liderados por Robert Ryal Miller (1968), Miguel Ángel Puig-Samper (1986; 1988; 2011), Miguel Ángel Mulero (2005), Leoncio López-Ocón (2005), Carmen Pérez-Montes (2000) y Carmen Ortiz García (2019), desarrollaron estudios muy profundos en torno al legado antropológico, biológico y museístico de la Comisión. Sus trabajos y los de sus colaboradores, que van del análisis holístico de la organización, objetivos y consecuciones de la Comisión hasta los estudios de caso que se centran en personajes y aspectos concretos, se han visto incluso respaldados por grandes proyectos de recopilación iconográfica y documental, así como de digitalización y divulgación de los resultados científicos obtenidos por los científicos isabelinos. Las obras de esta tendencia han enriquecido la vasta reflexión en torno a las exploraciones ibéricas y la ciencia imperial que se viene desarrollando en el ámbito de la historiografía modernista y americanista (Sagredo Baeza y González Leiva 2004; Cowie 2011; Sagredo Baeza y Moreno 2014; Kontler 2014). Compartiendo enfoques y teorías con los estudios que han abordado el problema de los usos imperiales de la ciencia moderna para otros espacios imperiales (Ballantyne 2004; Delbourgo y Dew 2008; Bennett y Hodge 2011; Chakrabarti 2014; Irving 2015), los estudios centrados en la Comisión Científica han diseccionado las epistemologías coloniales que estaban en el trasfondo de sus postulados académicos y han demostrado su vinculación evidente con los proyectos identitarios del nacionalismo español. Sin embargo, estos análisis han abordado lateralmente los aspectos geopolíticos, ideológicos y culturales que rodearon a la Expedición del Pacífico y a su recepción en la esfera pública euroamericana. Por ello, las investigaciones mencionadas, excelentes en su campo, dejan un amplio margen para emprender el análisis aquí propuesto, el cual relegará los aspectos puramente científicos de la empresa, trabajados por los autores mencionados, para centrarse en las variables aludidas en el apartado anterior.

El trabajo también pretende contribuir al todavía incipiente análisis en torno a la política exterior española del siglo XIX. Como ha hecho notar Juan Bautista Vilar Ramírez (2007: 7-42), desde que el célebre historiador José María Jover (1976) lanzase en los años 70 su estudio sobre las estrategias seguidas por las élites españolas en política internacional y llamase la atención sobre la necesidad de ampliar drásticamente el campo de estudios en torno al fenómeno, no se han producido excesivos avances ni cuantitativos ni cualitativos. Esto se hace especialmente palpable, como han hecho notar Jordi Canal (2011: 27-42), Patricio Hidalgo (2020) y Tomás Pérez Vejo (2017: 347-401), en lo que concierne a la acción del Estado español en América y Asia. Según estos autores, el excesivo énfasis de las teorías decadentistas en la pérdida de agencia internacional por parte de España ha provocado que los expertos en historia contemporánea se centren en subrayar los diversos alineamientos del país con las potencias europeas, olvidando que el Estado español siguió siendo concebido, por su poder colonial y su resiliente esfera de influencia comercial y cultural, una potencia importante con aspiraciones en Extremo Oriente, el Caribe y las Américas. Según Luis Francisco Martínez Montes (2019) o Rodrigo Escribano (2017), la huella dejada por la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898 ha provocado una pulsión presentista en la historiografía española, que ha olvidado que las élites decimonónicas pensaron la Monarquía española como un Estado global con aspiraciones de regeneración imperial. Afortunadamente, los propios artífices de estos diagnósticos han comenzado a paliar la ausencia de análisis en torno a las políticas exteriores e imperiales de España en las Américas y Asia. Josep Fradera (2015), el mayor experto en la historia del colonialismo hispano decimonónico, ha hecho hincapié en la importancia de las colonias antillanas y asiáticas en el diseño del Estado liberal, subrayando que la conceptualización programática de España como “nación imperial” cuya existencia descansaba en la recuperación, el mantenimiento y el agrandamiento de su esfera de influencia en las Américas. Pérez Vejo (2008) y Nuria Tabanera (2018) han subrayado este hecho, haciendo notar cómo la Monarquía española siguió siendo concebida como un poder, si bien mermado, muy relevante en las Américas, tanto en las repúblicas escindidas de su seno como entre el resto de potencias imperiales. Las élites españolas, nos dicen Pérez Vejo y Juan Pro (2019: 212-219), habrían invertido una buena parte de sus energías y de los recursos tributarios de la administración en profundizar en la condición imperial, transatlántica y transpacífica de la Monarquía, entendiendo que la prosperidad comercial, la independencia y la cohesión interna de la nación pasaban por el tránsito exitoso de un imperio policéntrico de Antiguo Régimen a un imperio liberal moderno con esferas de influencia informal sobre sus viejos dominios. Estos trabajos, que han tenido un enfoque generalista, han mencionado a la Expedición del Pacífico como un hito central en la historia del Atlántico hispánico decimonónico y han llamado a estudiarla con mayor profusión.

Sin duda, las obras que más han aportado en este aspecto han sido las de Juan Inarejos Muñoz, que ha dedicado una buena parte de su producción investigadora a estudiar la política exterior de la Unión Liberal en Asia, el Mediterráneo y las Américas. Inarejos ha demostrado con solvencia documental y argumentativa que la estrategia de poder global diseñada por O´Donnell y sus ministros estuvo lejos de ser la improvisación quijotesca o la aventura imitativa que la mayoría de los historiadores contemporaneistas han representado (e.g. Arenal 2011; Arnalte 2009; Pereira 1992). Las políticas de la Unión habrían gozado de una autonomía significativa respecto a los dictados de Napoleón III, habrían respondido a las condiciones objetivas que marcaban la coyuntura internacional y los recursos del Estado español, y habrían alternado los fracasos con ciertos resultados significativos, como la prolongación del dominio antillano y filipino, la ganancia de una esfera de influencia en Marruecos o la apertura del mercado de mano de obra en Annam. En su obra más extensa, que aborda holísticamente todos los frentes de la política exterior unionista, Inarejos realiza un primer acercamiento a la guerra hispano-sudamericana, sugiriendo que su advenimiento estuvo vinculado a la voluntad de ciertas élites de penetrar en el mercado guanero, pero también a la estrategia global –y nada idílica en aquel contexto– para la reemergencia de España como poder americano (Inarejos Muñoz 2010; 2012: 205-216). Ciertamente, la suya es una aportación de enorme relevancia que deja el campo abierto para una aproximación sistemática y monográfica que estudie todo el haz de expectativas geopolíticas que estuvo detrás de la Expedición, así como su impacto en las culturas políticas de España y del resto de países implicados.

La presente propuesta busca además realizar aportaciones relevantes al campo más amplio de los estudios sobre el papel de las Américas en el pensamiento y la cultura de la Europa del siglo XIX, siguiendo en lo posible la estela de grandes estudios como los desarrollados en los años 70 por Antonello Gerbi (1973) o los recientemente publicados por Joselyn Almeida (2016;2011), Paul Nolte (2016), Hilda Sábato (2018) o Stuart Andrews (1998). Todos estos trabajos de historia de las ideas han demostrado que los grandes constructos ideológicos que determinaron la política europea durante el siglo XIX tuvieron en las representaciones de la historia y la realidad americana una de sus principales bases experienciales y simbólicas. Han subrayado, igualmente, que el pensamiento europeo moderno, con todas sus vertientes y manifestaciones, tuvo una raigambre transatlántica, por elaborarse en el seno de un intercambio intelectual euroamericano fluido e ininterrumpido y por constituirse las Américas y sus experiencias históricas en un horizonte protagónico de reflexión y debate. Esto es particularmente cierto para aquellas monarquías imperiales que habían ostentado grandes dominios al otro lado del océano y que aún conservaban territorios e intereses en el continente, principalmente España, Reino Unido, Francia y Portugal. En este sentido, la abundancia de estudios respecto a los imaginarios transatlánticos del mundo anglosajón decimonónico (e.g. Sánchez 2016: 277-293; Livesey 2016; Meranze y Makdisi 2015; Oldfield 2013) contrasta con el desinterés por el fenómeno análogo en los mundos de habla hispana. Ciertamente, existe una notable producción en torno a los imaginarios imperiales en la Monarquía española de Antiguo Régimen (Ferós 2019; Pagden 1995; Cañizares-Esguerra 2007), pero esta no ha hallado correspondencia en los estudios sobre el siglo XIX. De hecho, entre varios de los más reputados estudiosos del nacionalismo español se ha asentado el consenso de que la pérdida de los reinos indianos a principios de la centuria tuvo un impacto marginal (Costeloe 2011; Álvarez Junco 1996). Según estos autores, la idea de la nación española se construyó en términos fundamentalmente locales, eurocéntricos y anti-imperiales, y no surgió un ideal postimperial significativo hasta la crisis del 98, cuando las élites intelectuales críticas con el régimen de la Restauración instrumentalizaron la decadencia ultramarina. Bajo este supuesto, la Expedición del Pacífico respondió a un renacimiento improvisado de los mitos imperiales, impulsado por una necesidad coyuntural de legitimación interna de la Unión Liberal. De hecho, los análisis que más han profundizado en la dimensión americanista del nacionalismo español se han centrado en los períodos posteriores, principalmente en la Restauración (1874-1931) y en la dictadura franquista (1939-1978). La teoría que subyace a dichos análisis defiende que las representaciones de las Américas sirvieron como un recurso ideológico empleado por el Estado español y por sus élites académicas para garantizar un factor de identificación consensual que trascendiese las controversias partidarias respecto de los mitos que hacían referencia a la historia peninsular (e.g. Schmidt-Nowara 2006; Marcilhacy 2016; Ferós 2005, Vélez 2007, Bernabéu 1997). El hispanoamericanismo y el panhispanismo habrían sido, según estos autores, constructos ideológicos tardíos, orquestrados desde el Estado y ampliamente compartidos por la opinión pública española.

Sólo algunos trabajos puntuales han hecho notar cómo las Américas ocuparon un lugar que fue mucho más allá de la mera legitimación identitaria en los imaginarios e ideologías de la España liberal. En los años 50, Van Aken (1959) demostró cómo la búsqueda intelectual de horizontes de regeneración postimperial fue simultánea a la pérdida de los virreinatos, convirtiéndose en un factor crucial en la ideación de España como nación decimonónica, y ganando un peso enorme en la planificación y ejecución de sus políticas imperiales y exteriores. Así, Van Aken sugirió que la Expedición del Pacífico podría interpretarse como la culminación de un largo proceso de nacionalización y resignificación panhispanista de la idea imperial española. En este mismo sentido han argumentado Andrea Rodríguez Tapia (2018) y Rodrigo Escribano (2019a), quienes, en sendas tesis doctorales recientemente leídas, han reflejado cómo, entre 1824 y la década de los 50 de aquella centuria, se desarrollaron las grandes líneas argumentativas que dotarían más adelante de sustento ideológico y material a la Expedición. En ambos casos, se desmienten las teorías de la cohesión interna y el mito consensual, demostrando que cada cultura política vertebró su propia lectura de las relaciones históricas que vinculaban a España y las Américas, y la empleó para hacer valer su particular visión de la política exterior e interna de la Monarquía. Además de un contenido legitimador, las ideas en torno a las repúblicas americanas habrían tenido un rol orientativo y performativo de primer orden. Así lo han argumentado autores como Isidro Sepúlveda Muñoz (2005), David Jorge (2018) y el propio Escribano (2019c), que han ilustrado cómo, tras la etapa de la Unión Liberal, las Américas continuaron constituyéndose como un espacio de pugna simbólica entre las culturas políticas del conservadurismo, el progresismo y la izquierda radical.

En todo caso, el tratamiento de los imaginarios imperiales que operaron en la cultura española previa a la Restauración, particularmente en el período de la Unión Liberal, sigue siendo escaso. Un avance importante supone Alda Blanco (2012), que ha expuesto cómo la literatura, la historiografía y la cultura conmemorativa de España durante la época de O´Donnell estuvo atravesada por una poderosa conciencia imperial, socializada esta a través de toda una serie de medios de nacionalización, de la prensa al teatro y la novela. Si bien Blanco se centra claramente en lo concerniente a las representaciones del africanismo (analizando únicamente las novelas de Galdós para abordar el mito americanista), ha abierto una estela que merece la pena seguir. Por su parte, Leoncio López Ocón (1987) y Rodrigo Escribano (2019a), enfocándose respectivamente en publicaciones como la revista La América o La Colección de documentos inéditos relativos a las posesiones españolas en América y Oceanía, han mostrado cómo los imaginarios panhispanistas que sirvieron de trasfondo a la Expedición del Pacífico fueron vertidos a la opinión pública a través de artefactos discursivos plurales, rápidamente contestados y resemantizados por los distintos actores políticos del periodo. En definitiva, la investigación propuesta es susceptible de comenzar a llenar un vacío interpretativo cuyo develamiento promete impulsar la comprensión de las formas de imaginación política que operaron en la historia Atlántica del siglo XIX y, más concretamente, en los episodios vinculados a la Expedición.

El proyecto pretende así actualizar la historiografía de habla hispana respecto a sus homólogas anglosajonas y francófonas, que han avanzado con mayor contundencia en el análisis de los imaginarios que motivaron el imperialismo informal de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia durante el siglo XIX. Un gran número de autores han profundizado en la comprensión de estos imaginarios: de sus raíces ideológicas, de su carácter controversial y performativo y de su importancia simbólica en las respectivas culturas metropolitanas (e.g. Bell 2015; Hahn 2016; Barton 2017; Shawcross 2018). Son pocos aún los que se han aplicado al ejercicio de desgranar los imaginarios transatlánticos del mundo de habla hispana (e.g. Pérez Herrero y Simón Ruíz 2010; Jaksic 2007; Pastor Bodmer 2015; Ossa Santa Cruz 2014; Fernandois 2005). Del mismo modo, la presente propuesta puede revitalizar la reflexión respecto de la expedición y la guerra hispano-sudamericana en el debate historiográfico latinoamericano. En este caso, la historiografía actual ha dado al evento una importancia marginal frente a la llamada Guerra del Pacífico (e.g. Cid 2011; Serrano del Pozo 2017), centrándose en episodios puntuales como el bombardeo de Valparaíso (Woods 2011; Palacios Roa 2016; Purcell 2017) o en la revisión narrativa de la historia diplomática del evento (Campo Rodríguez 2003).

5. Marco

Respecto a los fundamentos teórico-conceptuales de la propuesta, el proyecto se encuadra en el campo de los estudios de la cultura política. Este concepto, formulado originalmente en el ámbito de la ciencia política por Almond y Verba (2016 [1963]), se refirió en principio al conjunto de valores, creencias y actitudes respecto del sistema político que compartían los miembros de una sociedad. Más allá de las múltiples mutaciones y aplicaciones que ha tenido el concepto (Cabrera 2010: 21-124), hace tres décadas que se ha abierto camino progresivamente en la historiografía, como vía que permite combinar exitosamente la historia de las ideas, la historia política y la historia cultural. Los nuevos estudios que han asumido el paradigma tienden a entender la cultura política como el conjunto de experiencias –en sus vertientes racional y emocional–, expectativas, valores, ideas y representaciones que modela las visiones del mundo de determinados individuos, grupos o sociedades. Los sistemas representacionales a que dan lugar estas concepciones generales del mundo y de su evolución serían el resultado de fenómenos de sedimentación histórica, es decir, estarían dotados de duración en función de procesos complejos de transmisión ideológica (Eufracio Jaramillo 2017: 101-119; Romeo Mateo y Sierra Alonso 2014: 10-12). La categoría incluye además los comportamientos políticos derivados de tal entramado simbólico, i.e., el conjunto de lenguajes, discursos, prácticas de poder y modos de sociabilidad en que se traducen los sistemas representacionales compartidos. El paradigma ofrece una vía intermedia entre el individualismo metodológico y el funcionalismo, puesto que pretende comprender las motivaciones psicológicas de los individuos a la par que identifica a las comunidades de sentido que determinan parcialmente la acción de estos (Berstein 2003: 11-12). También apela al punto medio entre materialismo e idealismo interpretativo, dado que, apelando a las teorías contextualistas de la escuela de Cambridge y la nueva historia intelectual, entiende que las ideas y los lenguajes de ellas derivados actúan en una relación de tensión dialéctica con los procesos materiales, modelándose mutuamente en procesos muy fluidos (Whatmore 2016: 97-112; Skinner 2007: 109-126; Pocock 2011: 211-221).

El estudio de las culturas políticas tendría una íntima relación con los análisis centrados en develar las formas de conciencia histórica de las sociedades modernas, ya que pretende entender las relaciones conceptuales que los individuos y grupos establecen entre el pasado, el presente y el futuro (Rüsen 2005; Seixas 2017: 56-72). De esta forma, el paradigma invita a un análisis koselleckiano de los conceptos políticos, puesto que implica comprender la codeterminación temporal entre las experiencias compartidas, sus interpretaciones significativas y las expectativas colectivas (Koselleck 2004; Escudier 2013: 305-350). El estudio de las culturas políticas sería susceptible de responder, así, al análisis de tres niveles propuesto recientemente por Rodrigo Escribano (2019d) para abordar las culturas históricas. En primer lugar, implicaría comprender las formas de experiencia compartidas, es decir, el modo en que los nuevos estímulos eventuales impactan en el archivo cultural de valores y creencias de un determinado individuo y colectivo y el modo en que este se ve impelido a una respuesta argumentativa y emocional (e.g. Carr 2014; Grethlein 2019). En segundo lugar, se precisaría del estudio del nivel simbólico, es decir, de la interpretación que dichos colectivos realizan de esas experiencias para otorgarles sentido histórico, engendrando lecturas comunes del pasado, proyecciones compartidas del futuro y modelaciones del horizonte ideal a perseguir. Este nivel implica un análisis profundo de las ideas, vocabularios, símbolos, metáforas, marcos representacionales –ing. frames–, narrativas maestras, modos de argumentación y ritos que emplea cada grupo abordado (e.g. Palonen 2017: 96-117; Ankersmit 2012; Zuev y Virchow 2014: 191-199). En tercer lugar, requeriría un análisis de la dimensión performativa de la cultura política analizada, luego, del modo en que las experiencias compartidas y sus interpretaciones significativas son socializadas y generan actitudes y modos de acción colectiva. En lo referente a la socialización, implicaría analizar, siguiendo muy particularmente las aportaciones realizadas por las teorías de la nacionalización, tanto los medios de socialización (discursos parlamentarios, ceremonias conmemorativas, obras teatrales, rituales partidarios o familiares, etc.) como los espacios de sociabilidad (e.g. la alta administración ministerial, la familia, el ejército o la marina) (cf. MacLean y Field 2014: 283-289; Quiroga 2013: 17-38). También implicaría entender las complejas interacciones entre la agencia individual, grupal y social, investigando cuántas culturas y subculturas políticas actúan en la coyuntura abordada y cuáles son sus relaciones de solapamiento y conflicto. Esto supone comprender cómo las estructuras simbólicas construidas por cada cultura política se tradujeron en acciones y estrategias concretas que incidieron en las grandes pugnas político-ideológicas de su tiempo, determinando el devenir de sus Estados y sociedades (e.g. Hutchinson 2005, Hawkins 2015).

El análisis de las culturas políticas conlleva, además, una conceptualización precisa de dos de sus derivados más relevantes: la ideología y el imaginario político. Siguiendo las más completas definiciones del término, elaboradas por expertos como Michael Freeden (1996: 6) o Teun Van Dijk (2013: 216-241), se podría entender la ideología como un entramado doctrinal de ideas, opiniones y actitudes que normalmente son sostenidas por grupos reconocibles, proveyendo directivas y planes de acción pública que pueden generar crítica social, orden o sentido de comunidad. El concepto de imaginarios políticos tendría una significación más laxa, habiéndolo definido autores como Rundell (2017:1-20) y Bell (2016: 94) como los modos en que los actores sociales conceptualizan su entorno socio-cultural, generando modos de interacción pública, valores compartidos, identificaciones y relatos, imágenes y expectativas normativas que guían su existencia. Lo cual refleja una concepción filosófica subyacente, traducible en una ideología concreta y coherente o simplemente en un “conjunto de reglas susceptibles de múltiples lecturas basadas en ciertos principios”, como sería el caso del nacionalismo, el liberalismo o el republicanismo (Bernstein 2003: 16-17; Kahan 2003).

Estas categorías ofrecen un gran valor como herramientas heurísticas para el análisis de las relaciones internacionales. Recientemente, una nueva tendencia de historia intelectual con vocación globalista se ha interesado por entender las formas de representación del espacio mundial y la sociedad internacional que guiaron a los Estados y colectividades transnacionales del pasado. Alejándose del realismo interpretativo y de las teorías de la acción racional aplicadas a la comprensión de la política exterior, estos autores se han centrado en estudiar el conjunto de narrativas, metáforas, conceptos, argumentos y rituales que permitieron a las culturas políticas perfilar una imagen totalizadora del mundo, estableciendo un sistema de creencias normativas respecto al poder mundial (e.g. Dittmer y Bos 2019), a las formas de interacción entre las potencias y comunidades (políticas, raciales, culturales, civilizacionales, etc.) del globo (Armitage 2014: 232-252; Alexandrowicz et al. 2017), a los modos legítimos y deseables de territorialización y soberanía (i.a. Burbank y Cooper 2013: 279-294; Escribano Roca 2018: 55-70), y a las dinámicas idóneas de interacción entre las sociedades humanas y las ecologías planetarias (Hutchins y Miller 2016; Barton 2007). Estos ítems han sido agrupados por Duncan Bell (2007b; 2007c: 2-26) bajo el concepto de “visiones de lo global” y por Manfred Steger (2009) bajo la categoría de “imaginarios globales”. Subyace en estos autores la convicción de que las dinámicas del poder global no son discernibles si nos centramos únicamente en los intereses “objetivos” que los actores internacionales conceptualizaron con arreglo a factores económicos y geoestratégicos. Como han defendido con lucidez Goodlad (2015) y Allison (2002), los intereses se conceptualizan con recurso a estructuras metafóricas, narrativas, éticas y estéticas que forman parte del terreno de la subjetividad y que son esenciales para dotar de sentido a las experiencias y las expectativas que guían la política exterior. De ahí que los análisis derivados del estudio de las culturas políticas sean necesarios para rastrear los universos de sentido que modelaron las dinámicas de poder de la mundialización. Así, la presente investigación se centra en el análisis de las “visiones de lo global” que rodearon a la Expedición del Pacífico y la guerra hispano-sudamericana, atendiendo a los “imaginarios transatlánticos”, conceptualizados por Joselyn Almeida (2016) como el conjunto de representaciones que operaron en las interacciones mutuas entre las sociedades euroamericanas. El abordaje de estas visiones de lo global, comprometido con el reciente historical turn en el estudio de las Relaciones Internacionales (Guilhot 2019: 4-8), tiene el potencial de establecer un círculo virtuoso con los estudios del nacionalismo, entendiendo los modos en que las ideas en torno al imperio y al poder mundial incidieron en la conceptualización de la comunidad nacional y en la socialización patriótica de identificaciones transnacionales.

6. Interrogantes

La pregunta fundamental que vertebrará la investigación será la siguiente: ¿cómo incidieron la expedición del Pacífico y la guerra hispano-sudamericana en la forja de los imaginarios imperiales y las visiones de lo global de la España liberal?

Dicha pregunta va vinculada a toda una batería de interrogantes dependientes:

1. En relación con las representaciones históricas y geopolíticas que motivaron los hechos estudiados: ¿qué expectativas geopolíticas modularon la planificación de la Expedición por parte de los gabinetes de la Unión Liberal entre los años 1860 y 1862?, ¿cómo variaron estas durante los cuatro años de la Expedición?, ¿cómo se relacionaron dichas expectativas con las experiencias legadas por el pasado imperial de la Monarquía española en América y Filipinas?, ¿qué relatos de sentido construyeron las élites político-intelectuales españolas para traducir sus interpretaciones historicistas en horizontes que previesen la regeneración del poder global de España?, ¿qué ideas sobre la conquista y las independencias americanas se actualizaron y elaboraron en el marco abordado?, ¿cómo se interpretaron los desarrollos republicanos de Chile, Perú y el resto de repúblicas escindidas de la Monarquía y cómo se valoró su estado político en el momento de la expedición y durante la Guerra?, ¿qué representaciones en torno a la comunidad entre España y América se arrojaron a la esfera pública y qué efectos performativos tuvieron en la acción político-diplomática?, ¿qué georrepresentaciones emergieron en torno al Pacífico como espacio de explotación ecológica y expansión territorial?

2. Como interrogantes vinculados con los procesos de nacionalización anexos al evento: ¿cómo influyeron las representaciones aludidas en la socialización de los relatos en torno al poder global de la nación?, ¿contribuyeron la expedición y la guerra a engendrar un patriotismo imperial consensual o generaron procesos polisémicos y polémicos de significación, orientación y cooptación?

3. En relación con los aspectos transnacionales del fenómeno: ¿cómo se interpretaron los hechos vinculados a la expedición en los imperios europeos con intereses ultramarinos?, ¿existió un diálogo significativo entre las élites intelectuales de estos espacios y las españolas?, ¿cómo incidieron las interpretaciones que las élites españolas realizaron de los sistemas de poder imperial británico y francés en la planificación de la expedición?

4. Como cuestiones vinculadas al origen y las consecuencias ideológicas del evento: ¿hasta qué punto fueron las ideas que motivaron la expedición fruto de una improvisación ministerial derivada de la coyuntura?, ¿tuvieron su origen en el dilatado proceso de reflexión postimperial que había sobrevenido tras el colapso de la Monarquía española en el continente americano?, ¿qué efectos de corto, medio y largo plazo tuvieron los fenómenos ideológicos asociados al evento estudiado en la vertebración de los imaginarios panhispanistas, hispanoamericanistas e iberoamericanistas que proliferaron durante los períodos del Sexenio Democrático (1868-1874), la Restauración (1874-1931), la II República (1831-1836) y el franquismo (1939-1978)?

7. Hipótesis

La hipótesis central es que la Expedición del Pacífico y la guerra hispano-sudamericana fueron resultado de un proceso de reconceptualización de la Monarquía española como nación imperial que debía cifrar su regeneración política en la transformación de los viejos sistemas de gobernanza ultramarina en un nuevo modelo de imperialismo liberal aplicado a las Américas y basado en la dominación económica informal, en el desarrollo técnico de su poderío naval y en la socialización de un ideal comunitario panhispánico en las viejas posesiones de ultramar y en los propios territorios españoles. Estas formas de imaginación geopolítica se habrían fraguado desde la independencia de las repúblicas continentales de las Américas y alcanzaron su realización y su cénit en el contexto de la expedición y de la guerra, influyendo decisivamente en la planificación de la política exterior realizada por las élites de la Unión Liberal, y facilitando la socialización de diversas formas de patriotismo imperial en la esfera pública española. Las distintas representaciones, expectativas y lecturas históricas que realizaron las culturas políticas del momento tuvieron una incidencia profunda y duradera en los debates sobre la identidad y el futuro de España como comunidad nacional e imperial, influyendo en los imaginarios y estrategias de las élites y en las percepciones de los ciudadanos durante las etapas siguientes.

8. Objetivos

En consonancia con los anteriores interrogantes y la hipótesis de suso enunciada, el presente proyecto se marca cinco objetivos fundamentales:

1. Determinar el impacto de la Expedición del Pacífico y de la guerra hispano-sudamericana en la forja de los imaginarios imperiales y de las visiones de lo global de las culturas políticas españolas en el periodo 1860-1866. Calibrar, así pues, el impacto político-ideológico de las representaciones de las Américas, y particularmente de las repúblicas de Chile y Perú, en la esfera pública española.

2. Identificar las expectativas geopolíticas que estuvieron en la base de la planificación de la Expedición y su evolución a lo largo de su desarrollo y del de la guerra hispano-sudamericana.

3. Comprender cómo dichas expectativas se relacionaron con las interpretaciones del pasado imperial desarrolladas por cada cultura política en el marco de las todavía recientes experiencias de emancipación de las repúblicas americanas.

4. Identificar las dinámicas de socialización de las visiones en torno a la expedición y la guerra, realizando una aproximación a los lenguajes y medios empleados por las culturas políticas abordadas, así como a las formas de patriotismo imperial por ellas elaboradas y las dinámicas de pugna y negociación simbólica a que dieron lugar.

5. Estudiar las representaciones de los eventos ultramarinos que emergieron entre los grandes pensadores y medios de los países visitados por la expedición, así como de las potencias imperiales afectadas por el posterior conflicto. Ello implica evaluar las conexiones e intercambios intelectuales que se dieron entre la esfera pública española y sus homólogas americanas, introduciendo una dimensión transnacional y comparativa.

6. Y, como objetivo complementario, evaluar el arraigo de los fenómenos ideológicos estudiados en el periodo en los procesos de resignificación de las Américas que tuvieron lugar en el período postrevolucionario (1824-1860), así como su influencia en los imaginarios transatlánticos que proliferaron en las etapas posteriores.

9. Metodología

La metodología a seguir en la ejecución del proyecto es consecuente con los fundamentos teórico-conceptuales propuestos. Se pretende seguir el análisis multinivel planteado para la correcta disección de las visiones de lo global construidas por las culturas políticas abordadas. En primer lugar, se analizarán las experiencias colectivas y los horizontes de expectativa que estuvieron implicados en la ejecución y el desarrollo de la Expedición del Pacífico y de la guerra hispano-sudamericana. A tal efecto, se recurrirá a un análisis narratológico de los discursos de los diversos actores participantes, identificando los principales mitos, cronotopos y referentes heroicos de los mismos. Al tiempo, se recurrirá a un análisis de los conceptos más relevantes que articularon dichas narrativas (nación española, imperio, América, gloria, prestigio, etc.), que haga posible identificar las ideas más relevantes manejadas por los diversos grupos de poder implicados en los hechos abordados; realizando además un abordaje contextualista, preocupado por los juegos retóricos que condujeron a las respectivas argumentaciones y por su dimensión performativa. Ello impele a analizar cómo influyeron los imaginarios aludidos en las estrategias de la mente oficial que llevó a ejecución las políticas exteriores de la Monarquía, y cómo impactaron en la acción de las fuerzas políticas que operaron desde fuera de las instituciones ejecutivas, así como a rastrear cuáles fueron los espacios de sociabilidad y los medios de socialización a través de los cuales circularon las representaciones de la Expedición y de la guerra.

10. Fuentes

Tanto el objeto de estudio propuesto como el aparato teórico-conceptual y metodológico elegido para nuestro acercamiento requieren de una notable amplitud y diversidad de fuentes primarias, cuyo estudio resulta asumible gracias a la cortedad de la cronología tratada. Se analizará, pues, la documentación generada por la oficialidad de la propia Expedición del Pacífico, así como los documentos concernientes a la misma emitidos por los Ministerios de Estado y de Marina y por los consulados españoles en América entre el comienzo de su planificación y el fin de su travesía (1860-1866). A este respecto, la investigación aspira a sacar a la luz copiosa documentación inédita y poco consultada. Esto es factible gracias al hecho de que los fondos del Archivo Histórico del Ministerio de Asuntos Exteriores (en adelante FHMAE) referentes a la Expedición han sido recientemente transferidos al Archivo Histórico Nacional de España, haciendo por vez primera pública su consulta. Tras un trabajo intensivo de revisión de los catálogos y secciones del FHMAE se han podido identificar los siguientes legajos como potencialmente útiles para la investigación:

– Fondo Histórico: 1. “Correspondencia”: H 1144 A= Casa Real-Parlamento-Ministerios Presidencia 1841-1863; H 1145 A= Casa Real-Parlamento-Ministerios Presidencia 1864-1890; H 1157 A= Casa Real-Parlamento-Ministerios Guerra 1858-1868;H 1348 B=Embajadas-Legaciones Argentina 1852-1866; H 1415 B=Embajadas-Legaciones Brasil 1858-1864; H 1422 B=Embajadas-Legaciones Bolivia 1862-1882; H 1438 B=Embajadas-Legaciones Chile 1856-1884; H 1460 B=Embajadas-Legaciones Ecuador 1863-1921; H 1676 B=Embajadas-Legaciones Perú 1859-1881; H 1791 B=Embajadas-Legaciones Uruguay 1859-1862; H 1792 B=Embajadas-Legaciones Uruguay 1863-1970; H 1904 C=Consulados Guayaquil 1843-1926; H 1931 C=Consulados Lima 1856-1930; H 2030 C=Consulados Rio de Janeiro 1856-1930; H 2090 C=Consulados Valparaíso 1863-1931.

– Fondo Histórico: 2. “Política”: H 2296 A=Política Exterior América 1827-1899; H 2313 A=Política Exterior Argentina 1851-1865; H 2314 A=Política Exterior Argentina 1866-1899; H 2328 A=Política Exterior Bolivia 1863-1929; H 2329 A=Política Exterior Brasil 1851-1866; H2350 A=Política Exterior Chile 1836-1890; H2358 A=Política Exterior Ecuador 1855-1900; H 2566 A= Política exterior Nicarágua 1850-1875; H 2578-80-81-82-85-86-87-88-89-90-91-92-93-94-95-96-97-98-99 A=Política exterior Perú 1841-1871; H 2706 A=Política exterior Uruguay 1854-1865; H2724 B=Circulares encuadernadas 1834-1861; H2725 B=Circulares encuadernadas 1861-1892; H2773 B=Guerra y Marina 1852-1918; H2791 B=Prensa 1862-1920; H2866 C=Sección Histórica Sucesos 1857-1868.

– Fondo Histórico: 4. “Expedientes personales”.

Asímismo, se consultarán los fondos Secretaría de Estado y del Despacho de Marina/Ministerio de Marina y Secretaría de Estado y del Despacho de Estado que están distribuidos entre el Archivo Histórico Nacional (AHN), el Archivo General de Simancas (AGS) y el Archivo del Museo Naval de Madrid (AMN).

La documentación oficial se verá acompañada por otro amplio abanico de fuentes que permitirá entender los imaginarios que prosperaron en la esfera pública isabelina. Así, se estudiarán las actas de los debates respecto del tema abordados en el Senado y el Congreso de los Diputados. Serán también de especial interés las fuentes periodísticas y los discursos en torno a la Expedición y la guerra aparecidos en los principales periódicos y revistas del unionismo, el progresismo, el moderantismo, el antiliberalismo y el republicanismo (e.g. La Gaceta de Madrid, El Eco del Comercio, La Esperanza, El Clamor Público, El Español, La América, El Museo Universal). Estas fuentes serán complementadas con el análisis de los discursos aparecidos en los principales periódicos de las potencias europeas y las repúblicas americanas implicadas en los eventos tratados (e.g. The Times, La Revue de Deux Mondes, El Mercurio). A las fuentes periodísticas se incorporarán los no menos importantes discursos ensayísticos, historiográficos y publicísticos que fueron publicados en España con referencia a la expedición y a la guerra, comparándolos con algunos de sus homólogos en las repúblicas y las monarquías imperiales.

De igual modo, se analizarán las producciones ficcionales que emergieron en España con motivo de la expedición, sondeando la bibliografía de la época en busca de novelas, piezas poéticas y obras teatrales. Tampoco se dejará de lado el análisis de las representaciones iconográficas de los eventos expedicionarios que aparecieron en las revistas ilustradas, la prensa y las exposiciones artísticas. Y se abordarán los testimonios de los rituales públicos y ceremonias conmemorativas celebradas con motivo de dichos acontecimientos, de los cuales ya se han hallado algunos ejemplares en los Fondos del AHN y se esperan encontrar más en la prensa y en el Archivo Municipal de Madrid. Por último, serán analizados los discursos mnemónicos e histórico-mnemónicos, i.e. de todos aquellos actores que participaron de la Expedición y de la Guerra y que en períodos posteriores realizaron narraciones interesadas de la misma.

11. Palabras clave

panhispanismo, imperialismo informal, conciencia imperial, diplomacia de cañoneras, culturas políticas, nacionalización, nacionalismo español, visiones de lo global, imaginarios transatlánticos, avisos, Unión Liberal, historia marítima

Referencia

El presente documento, Protocolo del proyecto “Noticias del Viejo Imperio, 1860-1866”, creado por Rodrigo Escribano Roca, y editado por David Domínguez Herbón y Álvaro Casillas Pérez, es una publicación respaldada por el Centro de Estudios Americanos y la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, el Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá y el Centro Europeo para la Difusión de las Ciencias Sociales, instituciones bajo cuyos auspicios se publica.

URL: https://envi19.hcommons.org/proyecto/ DOI: 10.17613/dq7y-hr75

· Creación: 2021.03.02 · Versión: 1.1 · Actualización: 2021.10.19