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ARMADA QUE DEBE FORMARSE DESDE LUEGO: NECESIDAD DE PONER LOS ARSENALES EN ESTADO DEBIDO, ETC., ETC.
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[en el texto:] La guerra de África ha generalizado en el pueblo español el convencimiento de que nada puede ser sin una buena Marina. Este convencimiento, en que sólo se hallaban determinado número de personas, ha invadido ahora todas las clases, y se refleja en las ofertas, que por medio de sus Municipalidades han hecho y hacen muchas poblaciones importantes.
[p. 8] Bien así como la buena semilla, oculta por falta de lluvia, germina tan luego como esta penetra en las entrañas de la tierra.
Mas en este caso, como en otros muchos, un exceso de patriotismo puede redundar en perjuicio del buen fin á que este se dirige. En efecto, las provincias que hasta ahora se han brindado á levantar á su costa la Marina, ofrecen buques: y es seguro que igual ofrecimiento harán las del resto de España, pues que del mismo patriotismo están todas animadas. Pero ¿consiste el poder verdadero de una Marina en tener sólo buques? Mejor dicho, para el caso presente, ¿puede levantarse una Marina sólo con dotarla de buques? Las ideas que sobre este punto se han solido emitir en nuestro país, y las mismas ofertas de las rovincias, permiten pensar que es general esa creencia en el mundo español extraño á la mar. Por eso nosotros, y con nosotros todo el que tiene buenas nociones de lo que es una Marina, creemos, que el deseo general de los pueblos de España de tenerla buena quedará defraudado si sólo se atiende á construir ó adquirir buques, pues puede decirse que estos son el remate de todos los esfuerzos que contribuyen á su formacion ó fomento. no queremos significar con esto que en las circunstancias en que se halla España no deba desde luego acudirse á la construccion de varios: nada menos que eso. Pero de deberse construir los que esas corcunstancias exigen á hacerse de pronto con crecido número, y de alto porte, hay enorme diferencia; diferencia de tal magnitud, que obrando de aquel modo puede llegarse con seguridad al fin deseado, miéntras que siguiendo el otro sistema, no sólo ni lo logra- [p. 9]rémos, sino que nos incapacitarémos para ello, al ménos por crecidísimo número de años. Nos explicarémos.
Atendida la riqueza de las provincias, supongamos que las de Barcelona, Cádiz, Valencia, Sevilla, Málaga y las Vascongadas, asi como la isla de Cuba, facilitasen cada una los fondos necesarios para un navio. Tendríamos en este caso siete navíos, cuyo total valor, atendiéndose á la interesante Memoria presentada recientemente al Gobierno de S.M. por el señor Director del Cuerpo de Ingenieros de Marina, asciende á 278.600,999 Rvn. Ahora, suponiendo que el resto de las cuarenta y nueve provincias de la península, con las islas Filipinas y la de Puerto Rico, diesen para ocho fragatas de 50, o sean 113.840,000 Rvn.: para cuatro de 30 ó 40, ó sean 36.560,000 Rvn.: y para diez buques menores de 4 á 8 cañones, ó sean 45.000,000 reales vellon, resultaría un total de veinte y nueve buques y de 450.000,000 Rvn.
En el estado de nuestros arsenales, y con las obras que en sus astilleros se ejecutan en la actualidad, seria de todo punto imposible emprender en ellos la construccion de ninguno de esos buques, sobre todo con la premura que los pueblos desea. De aqui la necesidad de construirlos en el extranjero, resultando, por lo pronto, el gravísimo mal de que todo ese gran capital, producto del patriotismo español, iría á llenar los bolsillos de los constructores de las orillas del Támesis y del Clyde. Agréguese á ello, que como para el sostenimiento de semejante escuadra, y para poner los arsenales en estado de hacer frente á sus necesidades, seria menester, lo ménos, una cantidad superior en un tercio á la que se invirtiese en su construccion, y al- [p.10]gunos años nos encontraríamos con que, ó los pueblos tendrían que hacer un sacrificio mayor aún que el de primera intencion, ó la escuadra iria desnoronándose buque por buque, cada vez que tuviese grandes averías, ó bien recurriríamos á los astilleros y factorías extranjeras para que las remediasen, quedándose en este último caso los constructores de Inglaterra con la mayor parte del segundo capital.
Y no se nos diga que con el presupuesto ordinario podríamos atender á lo que escuadra de tal importancia exige de los establecimientos de Marina. Basta echar una ojeada á la citada Memoria del Director de ingenieros para convencerse de lo ilusorio de semejante idea.
Y si aún esto no bastára, téngase en cuenta que, ahora mismo, á pesar de tener una factoria inmensa en el Ferrol, y no obstante la cantidad de herramientas y maquinaria existente en la Carraca, se ha enviado á Lóndres uno de los vapores transportes para poner calderas nuevas, y habrá que enviar otros varios. ¿Pero á qué mencionar calderas, si hace pocos meses las necesidades de la guerra eigieron 300 ó 400 remos y fué preciso hacerlos venir de Inglaterra (1)? Ahora mismo, ¿no se ve puesta en las gradas del arsenal del Ferrol la quilla de un navío de 81 cañones, de cuyo casco, despues de muchos meses de puesta aquella, no ha podido labrarse una sola pieza por falta de maderas (2)? ¿No se ven paralizadas á cada [p. 11]momento las obras de los pocos buques que se construyen en los arsenales, por falta de los materiales más sencillos? ¡Y se quiere tener de golpe una gran flota! ¡Y se quiere que se construyan en nuestros astilleros buques con coraza! Sépanlo todos: sólo lo necesario para montar bien una factoria completa de maquinaria en la Carraca, indispensable ya de todo punto, pues dentro de poco el material sólo se compondrá de buques de vapor, asi como para la limpieza de los caños de aquel arsenal, sube á un número crecido de millones (1); y este número llega á ser muchísimo mayor, agregándole lo que está exigiendo el arsenal de Cartagena, en el que puede decirse no hay nada.
(1) Miéntras que traemos remos de Inglaterra, se queman en Astúrias los más hermosos árboles de haya por falta de empleo.
(2) Una casa de comercio inglesa tiene hecho un contrato con un propietario de Astúrias (hijo de uno de los hombres más notables que han figurado en España desde el establecimiento del Gobierno representativo) pr el cual, mediante la suma anual de 3,000 libras esterlinas, el último, durante igual espacio de tiempo, facilita á la casa inglesa un crecido número de miles de codos de robe de los montes de Astúruias. El contrato lo hemos tenido en la mano, en Lóndres. Está celebrado en Madrid, hace ya años; interviniendo, como Letrado, el Excmo. Sr. D. Joaquin Francisco Pacheco. ¡Y sin embargo, aún en la actualidad celebramos contratas para traer roble del extranjero; y sólo desde el año último, siendo ministro el general MacCrohon, y por iniciativa, segun tenemos entendido, del Director de ingenieros, se halla establecido un corte de roble en los montes de Liebana!
(1) Creemos que el modo más económico y pronto de limpiar los caños de la Carraca es subastar la obra, y luego quedarse el Gobierno (á precio muy reducido) con el material expleado en ella. pronosticamos, que se no hacerlo asi, pasarán años y años, y seguirán los buques grandes barados durante media marea.
Ficha temática
- Referencia bibliográfica: Lobo, Miguel. La marina de guerra española tal como ella es defectos y vicios de que adolece. Madrid: Imprenta y esterotipia de M. Rivadeneyra, 1860.
- Autor: Lobo, Miguel.
- Año: 1860
- Lugar: Madrid
- Período: El movimiento de rearme naval, la Unión Liberal y la planificación de la escuadra (1858-1862)
- Tema: Navalismo y marina ; Culturas políticas y visiones de lo global
- Contexto: El movimiento de rearme naval sostenido entre 1858 y 1860 gozó del apoyo entusiasta de una pléyade de actores sociales que imaginaron un vínculo indeleble entre el crecimiento de la Real Armada, el éxito del capitalismo español y la regeneración de la grandeza nacional. Ahora bien, ante la multiplicidad de demandas y proyectos que habían circulado en la esfera pública, quedó en evidencia la falta de una gran estrategia que permitiese hilvanar un plan coherente que satisficiese en lo posible los anhelos de los comerciantes, emigrantes y administraciones implicadas. A raíz de ello, varios tratadistas se aprestaron a elaborar planes estructurados para el desarrollo y la utilización de las fuerzas navales españolas, haciendo énfasis en la necesidad de ajustarlo a las capacidades logísticas y los objetivos geoestratégicos de largo plazo de la Monarquía. A la par que elaboraban sus propuestas de regeneración naval, debían diseñar un horizonte geopolítico deseable para España. Así lo hizo un panfleto especialmente relevante publicado en 1860: La Marina de Guerra Española tal y como ella es. Su autor era el Capitán de Fragata Miguel Lobo, futuro oficial de la Escuadra del Pacífico. El texto de Lobo apostaba por una Marina de Guerra de tamaño medio, compuesta por fragatas homogéneas entre sí que destacasen por su velocidad y su versatilidad, siendo capaces de concurrir con rapidez a las remotas posesiones insulares que constituían la base del poder global de España. En coherencia con este planteamiento, Lobo defendía el reforzamiento y el agrandamiento de la red de estaciones navales que aseguraban la presencia permanente de la Real Armada en las aguas del Caribe, Sudamérica, Extremo Oriente y el África Occidental. Su criterio estratégico era claro: la Marina Real debía estar en pie de igualdad con la estadounidense y ser capaz de proteger a la marina mercante en todos los escenarios en los que esta operaba.
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