Historia de los Tratados, convenios y declaraciones de comercio entre España y las demas potencias (fragmento pp.218-224)

Texto

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XXXII.

No es solo con la union de Portugal con lo que España debe conspirar á engrandecerse : tomando posiciones en [p. 219] África, puede tambien contribuir al mismo resultado, y dar señales de vida comercial y nuevo poderío, ensanchando por aquella parte su territorio y dominacion. ¿Quién, entonces, podrá disputarnos nuestra grande influencia política y mercantil en el litoral del Mediterráneo? ¿quién estrañar nuestro espíritu de empresa, cuando la tendencia de las cultas naciones modernas es acrecer sus fuerzas, su territorio y su poder, por donde sociedades nuevamente descubiertas ó envejecidas ó atrasadas les den lugar á ello? ¿ni cómo abandonar la España tamaña empresa, cuando la Inglaterra y la Francia nos estan dando el ejemplo de esploraciones por el interior del África, y de conquistas por sus litorales, para reducirla paulatinamente, con el auxilio de la fé y de las armas, á su dominacion? Sin ir más lejos, ¿cómo olvidar nosotros los recientes viajes del doctor Barh, visitando á Tombouctou, y del doctor Livigston, atravesando del Oeste al Este el África meridional? Sabido es, que los relatos de este intrépido viajero han escitado en Inglaterra gran emocion y iva curiosidad; porque proponiéndose Livigston por principal objeto la propagacion de la fé cristiana, se ha dedicado al mismo tiempo á recoger numerosos datos sobre los recursos comerciales, que el interior del Africa podria ofrecer un dia á la actividad de sus compatriotas: y nadie ignora, que por la costa occidental africana la ocupacion europea pertenece particularmente á la potencia, que hoy posee la embocadura del Senegal, emprendiendo al efecto el gobernador de la colonia francesa esta árdua mision: y que por el Norte la Francia además continúa su obra de civilizar el África, ensanchando por más allá del desierto el límite de sus posesiones algerianas, y amenazando posesionarse del imperio marroquí. ¿Cómo permanecer España estacionaria é inactiva a la [p. 220] vista de tan notable movimiento ? Y téngase en cuenta, como ya en otra parte lo hemos dicho, que dada ya la señal de la conquista y del engrandecimiento, las naciones civilizadas, aun á pesar delos difíciles obstáculos, que ofrece el África con sus desiertos, su clima, sus tribus inhospitalarias, la victoria será al fin de la civilizacion y de las luces, de la perseverancia y del génio de la raza europea: porque no puede ser de otro modo en la lucha del espíritu con la materia, de la inteligencia y del cristianismo con la debilidad y la barbárie, el fatalismo y la inercia y la grosera ignorancia, que allí reina: y porque ejemplos semejantes de triunfo está ofreciéndonos la historia en las conquistas de América y del Asia, de la Occeanía y aun del África misma subyugada. España un dia permaneciendo inactiva y dormida, verá á otras naciones posesionarse del inmediato país africano, que está como indicado para ser nuestro lote, y á nadie absolutamente, sino á su propio descuido, podrá achacar la consecuencia, que luego sobrevenga por la pérdida de este nuevo elemento de influjo y de poder, y de este nuevo mercado, que dejarán de tener sus productos. Lo que España, pues, tiene que hacer en el estado actual de cosas, ya que la ocupacion africana y una guerra directa ni puede, ni debe declararse á Marruecos, por que las potencias del Mediodia, y especialmente la Francia, saldrian á su encuentro, es dar el ensanche é importancia posible á las posiciones militares, que hoy conservamos en el litoral inmediato, haciéndolas grandes centros de comercio y factorías ó depósitos mercantiles, promoviendo allí el tráfico por todos los medios asequibles, y preparando así el campo de nuestra futura ocupacion. Quizás no hayan pasado muchos tiempos, tal vez pocos años, sin que complicaciones internacionales, hoy no esperadas ni temidas, vengan á adelan-[p. 221]tar más y más el dia de nuestro engrandecimiento por África; y porque todo está en lo posible dentro de los negocios humanos, y porque el ensanche de nuestro comercio por aquellas regiones puede contribuir al resultado apetecido, y porque el Gobierno español no debe echar en olvido este importante objeto de su futura política, deber nuestro ha sido hacer breve mencion de este nuevo elemento, que ofrecerse puede á la actividad productora de nuestra patria, á su influencia internacional y á su engrandecimiento mercantil.
Otros medios tambien, que ya hemos indicado, pueden contribuir al mismo objeto, y entre ellos, por ejemplo, justo es indicar nuestras relaciones pacificas y alianzas mercantiles con los pueblos de América, y especialmente con las Repúblicas que un dia fueron nuestras mejores colonias: allí nuestros cambios recibirían una marcada predileccion y preferencia en medio de unas relaciones amistosas y mútuamente favorecidas; porque alli se encuentran nuestros hermanos con identidad de costumbres, de idioma y hasta de inclinacion á satisfacer sus necesidades por el mismo género de consumos: y de allí, donde la vegetacion es tan pródiga y el terreno es tan rico en raras y apreciadas producciones, donde convidan al tráfico los bálsamos y gomas del Perú, las pieles de los Andes, los hermosos cueros de la Plata y de Chile, las quinas de Nueva-Granada y de Quito, los cacaos de Venezuela, y tantos otros y notabilísimos productos de la América del Sur, podria exportar nuestro comercio con la misma preferencia los artículos tan estimados en Europa, creando un mercado intermediario que pudiera levantar á España al nivel de otras naciones, que tanto han progresado. Los Estados formados de nuestra raza en el continente americano, ha dicho oportunamente el Sr. Borrego en su libro [p. 222] sobre la organización de los partidos, para poder existir, para conservar su independencia, para no ser barridos y desaparecer bajo la invasora prepotencia del génio de la raza anglosajona, trasportada al Nuevo-Mundo, necesitan verse sostenidos, nutridos, animados, socorridos por el influjo, por la civilizacion, por las ideas, por el comercio, por el método español, en una palabra; el cual ha de servir á nuestras antiguas colonias, emancipadas y libres, como verdadero talisman, si quieren conservar su independencia, su lengua, sus costumbres, sus esperanzas de engrandecimiento. España está llamada á ejercer un protectorado sobre toda la América meridional; no ya un protectorado militar, ni de fuerza, sino moral, político y civilizador: necesita prestar á aquellos destruzados paises, sus consejos, su apoyo, su ejemplo, para que se pacifiquen, se organicen y entren con seguridad, y sin nuevas turbulencias ni vaivenes, en la familia de los pueblos civilizados.»
Tan arraigada estaba esta idea en el ánimo del Sr. Borrego, que en 1854, dirigiéndose á los electores de su distrito añadia: « Al mismo órden de ideas y de interés público pertenece la cuestion colonial, enlazada con la de influencia de civilizacion y de raza en el continente americano. Si el génio español abandona al génio de la nacionalidad anglo-sajona el influjo civilizador, que esta aspira á ejercer en todo el Nuevo-Mundo; si no lucha con él en el terreno pacífico de las artes, del comercio, de la indus tria, de la navegacion, de las ciencias, de la sociabilidad en general, de manera que, poblados, ricos, civilizados y prósperos los dos continentes americanos, el del Norte presente el sello de la civilizacion inglesa, y el del Sur el de la civilizacion española; si todo lo dejamos moral y comercialmente abrazar [p. 223] por la raza anglo-sajona, la nuestra habrá abdicado su mas gloriosa mision en el mundo; habrá descendido de lo que fué, y dado la prueba de que ha perdido la conciencia de si propia. A evitar que esto suceda, á prevenir la pérdida de Cuba y de Filipinas, abandonando el estrecho sistema colonial que hemos seguido, y que ha enagenado á España el amor y la simpatía de los naturales de aquellos países, debemos dirigir nuestros trabajos, esparciendo y desenvolviendo un sistema completo de relaciones respecto á todos los Estados americanos de orígen español,
Relacionados ventajosamente con todas y cada una de las Repúblicas hispano-americanas, al tiempo mismo que en la Península se progresa en la agricultura y en las artes, y que se mejoran, aunque lentamente, los medios de comunicacion, se construyen caminos y canales, vías de comercio y de transporte, se preparan ferrocarriles y se fomenta considerablemente nuestra marina mercante, ¿cómo no resultar inmensos beneficios á nuestro comercio y á los intereses materiales todos, abriéndose ventajosamente todos aquellos mercados americanos á los productos de nuestro suelo, y provisto el consumo europeo de los del Nuevo Mundo con toda preferencia por nuestro medio? Y no se diga una vez más, que carecemos de bastantes productos, que dar en cambio; que nuestra ríqueza es escasa, y nuestra marina mercante menor que la de otras naciones, para hacer el tráfico y sostener el lado, favorable de la balanza mercantil; porque si bien no negamos, que España puede y debe ser y será mas importante que hoy, bajo el aspecto económico, con el transcurso del tiempo, España, sin embargo, tendrá más estimulos y acelerará más pronto el fomento y gran desarrollo de· sus elemetos materiales, á me-[p. 224] dida que vaya adquiriendo mas ámplia y libre salida para sus productos, y que cuente con nuevos mercados á su exportacion: de otro modo, como de nada sirve producir, si no hay consumidores, la indolencia crece, y concretándonos á disfrutar de aquellas proucciones adquiridas á menor costa en nuestro suelo, nos cuidamos poco de intervenir en la ley de la concurrencia, dejando á otros paises menos dotados por la naturaleza, que se disputen á fuerza de ingenio, á fuerza de desvelos y fatigas, el campo de la rivalidad industrial y mercantil. El estímulo dd consumo es el que alienta la produccion; y esta naturalmente puede desarrollarse aun más en un país tan feracísimo, como el nuestro, donde, mal que pese á los estranjeros, que tan injustamente nos denigran, hay tambien notables génios, maestros á veces de aquellos e inventores de sus adelantos y sus obras de progreso.

Ficha temática

  1. Referencia bibliográfica: Toledano y Hernasaiz, Eustaquio. Historia de los Tratados, convenios y declaraciones de comercio entre España y las demas potencias. Madrid: Establecimiento Tipográfico de J. Casas y Díaz, 1858, pp. 218-224.
  2. Autor: Toledano y Hernasaiz, Eustaquio
  3. Año: 1858
  4. Lugar: Madrid
  5. Período: El movimiento de rearme naval, la Unión Liberal y la planificación de la escuadra (1858-1862)
  6. Tema: Culturas políticas y visiones de lo global ; Imperialismo informal y diplomacia de las cañoneras
  7. Contexto: Presentamos aquí un fragmento de la Historia de los Tratados, convenios y declaraciones de comercio entre España y las demas potencias que tiene una especial importancia para comprender las visiones de lo global que cultivaron las elites intelectuales españolas en la época de la Unión Liberal. Su autor es Josef Santos Eustaquio Toledano Hernasaiz, un Catedrático docto en Derecho y Filosofía y especializado en cuestiones relacionadas con el fomento de la Hacienda Pública y el comercio. Cuando publicó la primera edición del libro, en 1856, era profesor de Historia General del Comercio y Elementos del Derecho Internacional Mercantil en la Escuela de Comercio de Madrid, así como profesor auxiliar en la Facultad de Derecho en la Umiversidad Central. Su obra refleja su compromiso con el credo librecambista, a la par que demuestra que espera que la mundialización del comercio vea renacer el poder global de España. Como vemos en el texto transcrito, su proyecto de regeneración geopolítica trataba de combinar, en un solo entramado de sentido, el imperialismo liberal, el panhispanismo, el africanismo y el librecambismo. El libro de Toledano, muy poco tratado aún por la historiografía, constituye un hito relevante en el desarrollo de una corriente de pensamiento que postuló la creación de un segundo imperio español basado en el poder marítimo.
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