Manuel Almagro y Vega nació en Matanzas (Cuba), el 8 de septiembre de 1834. Estudió los tres primeros cursos de filosofía en el colegio de San Cristóbal, iniciando después les de Medicina. En agosto de 1851 decidió continuar sus estudios en Madrid, por lo que se trasladó a la capital española, matriculándose poco después en San Carlos, donde aprobó la Terapéutica, Patología Quirúrgica, Obstetricia y Patología Médica y Anatomía con las máximas calificaciones.

En 1854 fue a París a continuar sus estudios de Medicina en la Sorbona, aprendiendo y ejerciendo su profesión en el Hôpital des Enfants (1858), Hôtel Dieu (1858) y Hôpital de la Pitié (1860-61). Fue con ello el primer cubano que llegó a ser interno de los hospitales de París. En este tiempo, Almagro presentó una notable tesis doctoral con el título Etude clinique et anatomo-pathologique sur la presistance du canal arterial, que fue publicada en París.
Volvió a Madrid con intención de legalizar los estudios realizados en la capital francesa, cosa que consiguió por Real Orden de 26 de mayo de 1862. Realizó poco después oposiciones al cuerpo de Sanidad Militar, en el que ingresó en julio del mismo año, siendo destinado como segundo ayudante médico al 2° batallón del Regimiento de Asturias. No llegó a incorporarse, ya que a petición propia pasó al ejército de la isla de Cuba, con el empleo de primer ayudante supernumerario. Casi inmediatamente fue nombrado encargado de los estudios antropológicos y etnográficos de la Comisión científica del Pacífico.
Su estancia en París le había puesto en contacto con los nuevos estudios antropológicos que realizaba la Société d’Anthropologie, lo que motivó su elección como antropólogo de la Comisión Científica del Pacífico. La incorporación de Almagro a la misma se realizó algo más tarde que la de sus compañeros, que en la primera quincena de julio de 1862 ya se encontraban en Cádiz haciendo los preparativos del viaje. El presidente de la Comisión, Paz Membiela, en carta dirigida al director general de Instrucción Pública, Pedro Sabau, le comunicaba el 12 de julio la llegada de todos los comisionados excepto el antropólogo “que creo que anda en ésa liado con su casamiento”.

Sea como fuere, Almagro se incorporó a la expedición, para finalmente constituirse en una pieza clave de la misma. La participación de este en las actividades de la Comisión científica fue intensa, participando en el recorrido por tierra desde Montevideo a Valparaíso, haciendo una importante excursión por los Andes en compañía del botánico Isern y atravesando la América meridional en «el Gran Viaje», lo que produjo una abundante colección de objetos de interés antropológico y etnográfico. Estos hitos convirtieron a Almagro en uno de los primeros antropólogos profesionales europeos que hicieron trabajo de campo en América.
El quehacer del hispanocubano tuvo una importancia decisiva tanto a nivel investigativo como diplomático y cultural. Almagro no solo se limitó a acopiar datos y objetos de valor etnográfico. Su papel en las audiencias sostenidas con las autoridades políticas y científicas de los países visitados fue muy relevante a la hora de exhibir ante la opinión pública de las Américas el nivel académico alcanzado por los jóvenes representantes de la ciencia española. Con ello ponía en ejecución el plan de usar a la Comisión Científica como un elemento de “poder blando”, susceptible de proyectar la influencia intelectual de España y su percepción como una potencia cultural. Por si fuera poco, Almagro se convirtió en un importante informador, procurándole al gobierno español y a los lectores peninsulares copiosas descripciones antropológicas, sociológicas y geográficas sobre los territorios visitados. El lector podrá participar del valor estratégico y simbólico de las mismas consultando las varias transcripciones de sus textos que ofrecemos en esta web, destacando su Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión Científica (Madrid: M. Rivadeneyra, 1866).

A pesar de haber recogido una abundante cantidad de objetos, parece que la vuelta de Manuel Almagro a Cuba y las dificultades que encontró la Comisión científica a su regreso a España determinaron la falta de estudio de los materiales acopiados.
Almagro regresó de la expedición haciendo escala en Cuba, hacia la que salió de Pernambuco el 10 de noviembre de 1865. A su llegada a la isla fue ascendido a primer ayudante médico del Ejército de Cuba, y poco después partía hacia España para preparar las colecciones de la expedición, que debían exponerse en el Jardín Botánico de Madrid.
El mismo año de su vuelta a España, 1866, Almagro fue destinado a Cuba, después de participar en los preparativos de la exposición de colecciones del viaje al Pacífico. Partía como comisionado con objeto de redactar una memoria oficial de la expedición, y con el empleo de médico mayor supernumerario, en recompensa de los servicios que ha prestado perteneciendo a la Comisión científica del Pacífico.
De su actividad en Cuba se conoce muy poco. La bibliografía afirma que a finales de 1867 actuó como médico para combatir una epidemia de cólera que azotaba al país, y poco después fue dado de alta en el servicio activo con destino en el Hospital Militar.
Por el momento se desconoce si llegó a comenzar su obra, aunque sí sabemos que en 1868 pidió la licencia absoluta y que en 1872 cesó oficialmente en su cargo de comisionado por orden del ministro de Fomento, que disolvió la Comisión científica del Pacífico. En 1895 falleció en Cuba dejando como legado su Breve descripción y una importante colección antropológica y etnográfica.
Notas
Esta biografía es una adaptación de la contenida en Puig-Samper, Miguel Ángel. Crónica de una expedición romántica al Nuevo Mundo: la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Madrid: Polifemo, 2013, pp. 68-72.